El Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA) ha elaborado un ‘Informe sobre la difusión on-line de contenidos audiovisuales que albergan elementos compatibles con el discurso de odio, en el contexto de la pandemia de la COVID-19’, en el que se alerta sobre la gran capacidad de propagación de estos mensajes en las plataformas de intercambio de vídeos y redes sociales desde el inicio de la crisis provocada por el coronavirus.
Prueba de ello es que los 44 vídeos analizados por el CAA, procedentes de 34 canales de Youtube, alcanzaron en la red social más de 4,2 millones de visualizaciones y casi 60.000 reacciones, de las cuales su gran mayoría -52.905- se corresponde con “me gusta”. Esto significa que los mensajes de odio fueron recibidos con aprobación por el 88,7% de los receptores, mientras que quienes mostraron una actitud de desaprobación no llegan al 12 por ciento.
Igualmente, los comentarios asociados a estos contenidos o hilos por escrito generados, cerca de 17.000, dejan patente y refuerzan este discurso de odio y comunicación hostil, radicalizada, desagradable, violenta y, en general, de dudoso gusto o corrección.
El análisis del CAA constata así que existe un discurso agresivo en la redes que se retroalimenta, se viraliza con facilidad y se disemina con difícil posibilidad de seguimiento y control, a lo que contribuye la viabilidad de crear perfiles falsos. Cabe recordar que Youtube es una de las redes más seguidas por los internautas, con 28 millones de usuarios en España y dos mil millones en el mundo.
El informe ha comprobado igualmente cómo estos vídeos de Youtube tienen réplicas en otra red social, como Facebook, y cómo se multiplican las interacciones, lo que conlleva también la generación de más comentarios, hilos de conversaciones y foros en los que se difunden. En el momento de la consulta por el CAA de estos contenidos, se contabilizaron 6,5 millones de reproducciones. Esto hace que la tarea de acotarlos, seguirlos y, si procede, eliminarlos sea una labor compleja e inagotable.
El estudio incide también en la forma en que el contenido audiovisual de Youtube puede camuflar el contenido escrito, que se queda en un segundo plano pero que puede ser aún más grave y explícito, incluso cuando los vídeos a los que se asocia pudieran cumplir con los parámetros de lo publicable sin levantar sospechas.
Los vídeos seleccionados han dado lugar así a comentarios tales como “La solución es fácil, a cañonazos en ultramar”, “Menuda invasión, ojalá se hubieran ahogados”, “Vaya plaga”, “Cuestan 7.000 euros cada uno”, “Que les corten las cabezas y las repartan”, “Asquerosos caníbales (en relación a las costumbres gastronómicas de los asiáticos), etcétera.
Fobias, racismo y bulos
En los 44 vídeos analizados, que vehiculan mensajes compatibles con alguna forma de comunicación violenta y de odio, los contenidos hacen referencia mayoritariamente a la fobia hacia la comunidad asiática como causante de la creación y propagación del coronavirus; señalan a la etnia gitana como “irresponsable” en el cumplimiento de las medidas para frenar la propagación del coronavirus; propagan noticias falsas de contenido engañoso y, en muchas ocasiones, maligno; son ataques xenófobos y, sobre todo, van dirigidos contra las personas migrantes y refugiados.
Un 68% de los vídeos seleccionados para el informe presentan contenido relacionado con este último colectivo. Y es que las informaciones relacionadas con la llegada de inmigrantes contagiados de coronavirus a las costas, la detección de casos entre grupos de trabajadores temporeros de origen subsahariano o la creciente afluencia de personas inmigrantes a las Islas Canarias actuaron como desencadenantes de una oleada de mensajes con carga discriminatoria y racista en las redes.
Dentro de este bloque temático, uno de los tipos de mensaje predominante tiene como protagonistas a los menores inmigrantes, los MENAS, a los que se asocian con la delincuencia, el latrocinio, las violaciones o la inseguridad ciudadana. Situaciones de conflictividad social, informaciones sobre intentos de fuga o salidas de centros de acogida, muchos de los cuales estaban al límite de espacio y recurso, actuaron como detonantes y movilizaron contenidos relacionados con este colectivo.
El CAA subraya, por otro lado, la potencialidad para agitar las redes y crear alarma social que tiene la asociación entre el discurso de odio y las noticias falsas, los bulos o la desinformación. El informe presenta así tres hechos cuya narración en los vídeos seleccionados es probadamente falsa: la acumulación de pateras preparadas para ir a Canarias, cuando se trataba de pescadores mauritanos; el bulo del ataque de un hombre negro durante una misa en Canarias, asalto que tuvo lugar en Guyana, país de América del Sur, o la imagen falsa del ladrón de bicicletas en el Decathlon de Barcelona.
Contra la comunidad asiática
Desde el inicio de la pandemia, la comunidad asiática ha sido también el centro de todo tipo de informaciones distorsionadas, sesgadas, descontextualizadas y falsas. Algunos contenidos viralizados hasta la saciedad en las redes han sido las imágenes de asiáticos comiendo animales vivos, fundamentalmente cría de ratones o sopa hecha con murciélagos.
La mayoría de estos contenidos ya estaban en la red, en algunos casos desde hace años, y con motivo de la COVID-19 se han actualizado, tanto en comentarios como en miles de interacciones, de modo que se ha ligado el origen de la enfermedad a las costumbres culinarias de los asiáticos, es decir, que se ha propagado el mensaje de que la ingesta de animales vivos, o la famosa sopa de murciélago, ha sido responsable de que se extienda por el mundo un virus mortal.
Un 18% de los vídeos del informe muestran mensajes de fobia o discriminación hacia la comunidad asiática, como causantes de la creación y propagación del coronavirus. Los ataques sufridos por esta población al inicio de la pandemia llevó al lanzamiento incluso de la campaña en redes #yonosoyunvirus y #nosoyunvirus.
El análisis del CAA subraya, por otro lado, que no hay, en general, un discurso disuasorio que ayude a frenar la tendencia que se inicia con los vídeos y que se inflama con los comentarios escritos. De esta forma, los mensajes de odio parecen existir en la red como un fenómeno normalizado, con el que se convive de manera cotidiana. Y también puede ocurrir, según lo detectado por este estudio, que el propio contenido que se quiere combatir, en los casos en que se presentan ataques racistas, se haga con más discurso de odio.
Los resultados indican asimismo que la mayoría de los perpetradores de los discursos de odio son hombres, atendiendo sólo a autores individuales y responsables de la canales o de la subida de contenidos. De los 44 vídeos seleccionados en este estudio, aquellos en los que puede determinarse de forma clara la autoría son 21, de los cuales 16 –un 76,1%- tienen autoría masculina, cuatro tienen como responsable directa a una mujer o varias y uno de los vídeos cuenta con un protagonismo compartido entre los dos sexos.
En cuanto al perfil de las víctimas, los discursos de odio tienen generalmente por destinatarios a colectivos, no a personas concretas, salvo los casos referidos en este informe a la comunidad latina de mujeres y a las mujeres de etnia gitana.
Más concienciación y alfabetización digital
El estudio del CAA resalta, por otro lado, la necesidad de acometer iniciativas de concienciación, educativas y de alfabetización digital de los usuarios para frenar esta tendencia, ya que las acciones de las propias plataformas, que han ido fortaleciendo sus políticas de vigilancia y retirada de estos contenidos, y la persecución penal en el caso de los delitos de odio no son suficientes. Cabe recordar que el Código Penal castiga hasta con cuatro años de cárcel las conductas racistas y xenófobas en internet y que la Ley General de Comunicación Audiovisual considera infracción muy grave “la emisión de contenidos que de forma manifiesta fomenten el odio, el desprecio o la discriminación por motivos de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social”.
No obstante, y aunque existe una lógica preocupación por la potencialidad de internet para generar, dispersar y reproducir mensajes radicales, de odio o violentos, se apunta en el informe que no puede afirmarse que éste sea el tipo de contenidos que abunda entre los miles de vídeos que los usuarios suben diariamente a Youtube. La propia plataforma elimina, en función de su política al respecto, los contenidos más explícitos o que activan las primeras alarmas.
Al cierre de este informe, cuatro vídeos de la muestra ya no estaban disponibles en Youtube, porque fueron retirados por contenido violento o explícito al infringir la política de la plataforma o porque se canceló la cuenta asociada. Asimismo, se han insertado advertencias sobre contenido inadecuado para algunos usuarios en tres vídeos y limitación de edad para su visualización en otro.
Según el último informe de transparencia de Youtube, en España, entre enero y septiembre de 2020, se retiraron 178.661 vídeos, un 0,7% de los más de 25 millones que se eliminaron en todo el mundo.