Hoy en día las RRSS juegan un papel importante en nuestras vidas, y está demostrado que sus beneficios superan a los riesgos para la mayor parte de la población. El informe “Impacto de la tecnología en la adolescencia” de UNICEF, que centra sus resultados en los adolescentes españoles de secundaria, asegura que un 96,9% reconoce sentir alegría o risa en la red y un 71,6%, apoyo o comprensión. El problema está en que hay un 33% que, según este mismo informe, hace un uso problemático de las RRSS.
Aunque son numerosos los riesgos que derivan de ese uso problemático, en este artículo queremos reflexionar sobre las consecuencias que tiene para los adolescentes adoptar el canon de belleza que imponen las redes sociales.
En el informe sobre el “Impacto del aumento del uso de Internet y las redes sociales en la salud mental de jóvenes y adolescentes” de ONTSI, la autora del libro Crecer con Pantallas, Laura Cuesta Cano, señala que en 2022 las obsesiones relacionadas con la autoimagen crecieron un 440% respecto a 2021, aunque apunta que aún no hay evidencia científica suficiente que avale esta relación causa-efecto.
Son muchos los perfiles o cuentas en la red que utilizan filtros para mostrar una imagen “perfecta”, que ofrecen consejos y trucos de belleza para parecer más joven, sugieren dietas de adelgazamiento, suplementos alimenticios o ejercicio extremo para tener un cuerpo 10. El seguimiento de este tipo de cuentas por parte de los adolescentes puede llevar a un efecto de comparación, y en algunos casos, a la desafección con el propio cuerpo o imagen, lo cual afecta negativamente a su autoestima.
La necesidad de tener un rostro y un cuerpo perfecto, la sobreexposición a las redes sociales, y esos “prescriptores” no expertos, pueden abrir la puerta a prácticas que pongan en riesgo la salud física y mental de los adolescentes en una edad en la que aún están definiendo su identidad.
Los adolescentes recurren al uso de filtros y herramientas de edición para tener la imagen deseada. Cuando el espejo no les devuelve esa imagen, aumenta su insatisfacción y comienzan a obsesionarse por conseguirla, poniendo en práctica los consejos y trucos que ven en las redes. A veces son malas prácticas, como utilizar cremas anti-edad a edades muy tempranas, con el consiguiente perjuicio para la piel, otras veces son prácticas más peligrosas como el exceso de ejercicio físico o el abuso de la cirugía estética, y en los casos más graves, llegan a poner en riesgo su integridad física como ocurre con los trastornos de la conducta alimentaria. Según un informe de ADANER (Asociación en Defensa de la Anorexia Nerviosa y Bulimia de la Región de Murcia) los casos de anorexia y bulimia han crecido entre un 50% y un 60% desde la pandemia
La adolescencia es una etapa en la que los jóvenes están en pleno proceso de maduración y desarrollo de su pensamiento crítico, lo que en muchos casos hace difícil que pongan en perspectiva los consejos recibidos y tomen conciencia de que el daño potencial de sobredimensionar el culto a la imagen puede ser mayor de lo que parece.
La buena noticia es que el pensamiento crítico es una habilidad que se puede desarrollar en cualquier momento. Padres y educadores podemos ayudar a nuestros jóvenes a generar esa capacidad de razonar y poner en perspectiva la importancia de
la imagen, el valor de la diferencia, y enseñarles a aceptar su aspecto físico como una parte más de su personalidad, inculcando en ellos valores más sólidos sobre los que construir su identidad.
iCmedia – FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES PARA LA CALIDAD DE LOS MEDIOS – (https://icmedianet.org/)